En las historias policiales sus investigadores tienen el misterio de un caso sin resolver y eso siempre nos atrapa porque desafía nuestra inteligencia. Esto sucede tanto en la ficción como en la vida real.
Los delitos encierran misterios, porque quien los comete no quiere ser descubierto. Para evitarlo, disimula y borra pruebas. Entonces aparecen los detectives y la gente común, quienes, con los datos que tienen, arman una especie de rompecabezas en el que, poco a poco, las piezas van encajando.
El cuento policial es una narración breve. Los hechos que en él se relatan no son reales, sino ficcionales, es decir, nacen de la imaginación del autor. El cuento suele tener pocos personajes y una línea de acción única y concentrada.
En el caso del cuento policial, la trama gira en torno a un delito o crimen, y lo que se narra es el proceso para resolverlos. Edgar Allan Poe (1809 – 1849), afirmaba que, para hacer un cuento policial, se necesitaban los siguientes elementos:
• el delito debe presentarse como un enigma, es decir, un misterio que parece no tener
explicación;
• todas las pistas conducen a un sospechoso, que muchas veces termina siendo
inocente;
• la policía no puede resolver el caso, y será un detective u otra persona con ingenio y
sagacidad la que llegue a la solución gracias a su capacidad de observación y
deducción; y
• en el final, se aclara el misterio de manera inesperada.
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